Una exposisión que trae a México a una cultura egipcia que parecería distante y a su faraón más emblematico, el joven Tutankamón.
Al principio del recorrido observamos a grandes rasgos como surgió el pueblo egipcio, la importancia del río Nilo para su desarrollo y sus dioses. De una manera muy general, es una pequeña inducción a la reflexión para admirar la grandeza de una cultura milenaria.
Posteriormente, al continuar con el recorrido, se muestra el proceso que seguían para momificar a sus muertos, proceso que llama la atención en dos aspectos en específico:
El primero, es la forma tan meticulosa y hasta científica de hacerlo, pues para la época, utilizaban técnicas que muestran lo avanzado de ésta civilización. Los resultados obtenidos son asombrosos, pues a pesar de los años que han pasado los cuerpos siguen igual.
La segunda era el respeto hacia sus muertos y lo arraigadas de sus creencias religiosas, sobre todo, durante el proceso de momificación. El repartir los órganos del difunto en frascos diferentes, cada uno dedicado a una deidad es una clara muestra de ello.
Cabe destacar, también, el respeto a sus mascotas, quienes de igual manera eran momificadas. Entre éstas podemos apreciar a gatos, perros cocodrilos y de mas animales que consideraban de compañía o sagrados.
La siguiente sala, la encontramos dedicada a Tutankamón. Nos hablan, a grandes rasgos, de su vida. En la estancia, destaca la replica del ataúd del joven faraón; un ataúd realmente majestuoso por sus inumerables detalles y sugran estética. Dentro de el ataud está contenido el cuerpo de Tutankamón, el cual, destaca por una especie de mascara dorada con el rostro del mismo.
En la sala podemos encontrar, también, replicas de joyas elaboras con metales preciosos y muy detalladas que nos hablan del dominio sobre éstos materiales. De igual manera un trono y una especie de cama donde yacía el cuerpo sin vida del faraón mientras era momificado. Todos éstos con una estética, detalles y formas exquisitas, que nos dan una idea acerca de la magnificencia de la realeza egipcia.
Por último, encontramos en esta sala algunos pasajes de su vida, de entre los cuales destaca uno en particular, pues menciona el hecho de ascender al trono a la corta edad de nueve años.
La tercera y última sala de la exposisión, aborda el tema de la investigación, excavación y descubrimiento de la tumba, que posteriormente desencadenaría una serie de muertes misteriosas a todos los involucrados, a excepción de quien descubrió la tumba, Howard Carter.
Con base en las diferentes representaciones de figuras de cera y la recreación de la cámara donde fue hallado el faraón, se da una idea de cómo este evento fue tan relevante en los años veinte.
La exposición es una excelente oportunidad para acercarnos a una cultura que a pesar de la distancia entre nuestros continentes, nos da una sensación de cercanía y familiaridad con nuestro pasado histórico, y culturas antiguas que habitaron lo que ahora es nuestro territorio nacional. Así mismo, apreciar a una cultura, que sin importar los miles de años que nos separan de ella, sigue maravillandonos con su grandeza.
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